Con el auge que tenía el rock n’ roll en el mundo en la década de 1960, la industria musical chilena reconoció la posibilidad de darle cabida a jóvenes intérpretes nacionales, para que interpretaran canciones ya reconocidas a escala mundial. La industria musical, en este sentido, tuvo una labor fundamental representada en productores y programadores de discos, quienes a través de audiciones radiales y de sus influencias en los sellos grabadores, reconocieron en el rock cantado por chilenos un producto con reales posibilidades comerciales.