Con el auge que tenía el rock n’ roll en el mundo en la década de 1960, la industria musical chilena reconoció la posibilidad de darle cabida a jóvenes intérpretes nacionales, para que interpretaran canciones ya reconocidas a escala mundial. La industria musical, en este sentido, tuvo una labor fundamental representada en productores y programadores de discos, quienes a través de audiciones radiales y de sus influencias en los sellos grabadores, reconocieron en el rock cantado por chilenos un producto con reales posibilidades comerciales. Se destacaron, en este sentido, personajes como Camilo Fernández, Agustín Fernández y Ricardo García, entre otros. De los intérpretes, Peter Rock fue el punto de partida y Los Ramblers, con «El rock del mundial», la consagración.

Surgió así, durante la década de 1960, el movimiento conocido como Nueva Ola, término que ya se conocía en Argentina y en Europa con algunas variantes. Sus intérpretes, todos jóvenes y de buena presencia, inundaron la música popular masiva con sus canciones. Los Carr Twins (los hermanos Carrasco), Buddy Richard (Ricardo Toro), Los Red Junior (los hermanos Zabaleta), Luis Dimas, José Alfredo Fuentes, Fresia Soto, Gloria Aguirre y Pat Henry, por mencionar algunos, constituyeron uno de los movimientos de mayor productividad en la historia de la música popular chilena.

Sin embargo, esta corriente musical no estuvo exenta de ácidas críticas. El hecho de cantar ritmos extranjeros, muchas veces en inglés e incluso bajo nombres artísticos anglosajones, implicó que la Nueva Ola muchas veces fuera identificado como un movimiento extranjerizante, que no representaba la tradición nacional y que, por lo mismo, iba en desmedro de la real música chilena.

Independiente de esto, la Nueva Ola fue el primer gran fenómeno de ventas de la música popular masiva en Chile, y una de las primeras formas que tuvo el público para acercarse a la incipiente música rock.